Cita

"¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre..., ¡Y también lloro!"
(Bécquer)

domingo, 6 de abril de 2014

Jamás recordaré un nombre tan largo


«Nadie es del color
del deseo más profundo»
Alejandra Pizarnik

«Una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos»
Alejandra Pizarnik


Sin imaginación no se puede pasar la criba. Es un paso adelante; es asomarse a mirar desde el pozo y pretender tocar la luz. Aquí dentro, donde nos pudrimos todos, uno arriba representa una sombra abajo y siempre es más fácil tirar a otro que levantarse. La utopía del inmóvil es notar todos el sol, porque todos estemos tirados. En eso consiste sentir la piel del colectivo, en eso consiste la justicia de lo común; nacer mil veces y mil veces morir tranquilo. Pero muy pocos podrán morir tranquilos. Es la paz del que no se esfuerza, es la paz del que se ahoga a placer por el cansancio de respirar. Sin temor, se podría decir: es la paz del cobarde... ¿Cuán indistinto puedes ser para vivir como una planta?


¿No crees pesa tanto el cuerpo que es un desperdicio despegarlo de su tumba?... ¡Traigan al enterrador que ha nacido otro bebé! ¡Bautizadlo en la Estigia! ¡Abrazad su calavera! Sería un caminar lento entre los años mirando el polvo acumularse en las telarañas que cuelgan de su cuerpo inerte. No habrá más que un mundo y viejas historias de opresión al débil, "tiempo atrás", dirán, "tiempo atrás unos malvados buscaron las Alturas y nos pisaron, así, millones aupando sin descanso levantaron a pocos cientos que reían desde la profundidad del cielo". Es lo justo, es lo injusto, es autodeterminación indeterminada, es el precio a pagar por no pagar un precio.


Entonces, un día cualquiera, alguien lo diría. No sería el primero en pensarlo, ni tan siquiera el único que no podría dormir por ello, pero, por alguna razón, sería el primero en decirlo. Esto no es lo importante. Alguien lo diría: 



—¿Ya no se puede aspirar a nada más? ¿No hay nada más?  



—No, señor, no hay nada más.



—¿Entonces ha de ser así? ¿He de existir subyugado por la antigua promesa de libertad? ¿He de vivir mirando al suelo mientras sé y sueño que tengo un cielo arriba que me espera y me llama, me alcanza, tira de mí y despierta vestigios de placeres dormidos que me han sido prohibidos mucho antes de haberlos visto salir? ¿Me váis a condenar porque os robe el sol? Porque el sol no se agota, ni los sueños, ni la esperanza, estos son alimento del alma, del alma embrutecida y famélica que guardáis con vergüenza como una marca de una vida no deseada, esta sí se agota, esta es única e irreemplazable, a esta le reafirmáis el hambre mientras  le negáis sustento. Solo un poco, solo un poco. Ahora mi cuerpo es fuerte, pero hueco. El triste guiño que la luz nos radia y el pútrido aire que este cementerio guarda me llenan tanto como una llama, carbonizando los pobres restos de lo que debería ser mi alma. Ahora he de decir que si vivo, no lo sé, que si muero, no me importa, que no lucho, me da igual, porque un paso aquí, o un paso allá está tan lejos como cerca de mi tumba. La condena es clara, tan pronto como levante mi cabeza, ya no será mía, aunque, por ironía, será lo único realmente mío de este coágulo, mi tiempo, aquel que tampoco es mío. Así, en la muerte, me daré la vida, seré partero de mí, de todo. Hoy me seré fiel, por primera vez, caiga el telón, caiga.



Y qué razón al hablar de sueño, pues despertaría al demonio del miedo y el colectivo acabaría tembloroso con las manchas de aquel hombre sobre las manos. Y la sangre contamina; a una voz le sigue otra, a una muerte, cien más. Una vez la idea se ha implantado no hay revolución que no sea conservadora, no hay color que no tiña bandera y no hay bandera que no tiña color. Porque el terror no necesita nombres, porque el terror no necesita colores, porque la libertad de los individuos conlleva la condena del hombre, porque el crecimiento del hombre conlleva la condena de los individuos, porque la condición humana se basa en cadenas teñidas de rojo. Por eso el terror, por eso vivir de sueños, por eso vivir tan poco y soñar despierto.





José Javier Pérez Ros



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"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír".
(George Orwell)