Cita

"¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre..., ¡Y también lloro!"
(Bécquer)

viernes, 4 de julio de 2014

A un contemporáneo (Érase una vez)

¿No lo recuerda? Piénselo: usted nació en unas ruinas de colores preciosos, entre las rosas y los rayos del sol. Cuando salió de su más tierna infancia se dio cuenta de que los pétalos desteñían, los tallos se estaban pudriendo y la tierra empezaba a quedar estéril. Cualquiera hubiese dicho que algunos, embriagados por las florituras de la engañosa primavera, se sumieron en el sueño y envejecieron mirando a las estrellas.


Sé que usted se acuerda y que, posiblemente, no tuvo tiempo de mirar al cielo, estaba demasiado preocupado por el suelo que pisaba. Ellos (los ancianos) ahora vivían en los astros distantes, y una misteriosa metafísica se había adueñado de sus palabras, olía ya a muerte, pero usted empezó a intuir que esa era su carga (la de usted, pero eso ya lo sabe).

Entonces, un día, descubrió que pensaban hacer sobrevivir las rosas regándolas con sangre, con la de gente como usted, que viviría atado a las espinas, que debía comprender que aún era joven para una lógica tan exquisita. Se dio cuenta de algo, el tributo solo era para los rezagados: los que llegaron a un mundo moribundo se pasarían la existencia pagando con su sangre.

Pensó en gritar y no pudo, pensó en cambiarlo todo, pero no sabía cómo. Fue a visitar a algunos de los que aún miraban bajo sus zapatos, pero estaban demasiado ocupados llorando, viajó a los confines de la sierra y cuando preguntó a algún soñador este le dijo que tenía que llegar más alto, incluso se encontró con algún hombre legendario que abarcaba con su mirada tanto cielo como tierra, pero él veía flores rojas y cielo azul, ni espinas ni estrellas.

Llegó hasta usted un médico que le dio un nuevo nombre: “patológico”. Le explicó que no es normal para el hombre caminar, y menos aún no tener la cabeza erguida, que estaba estropeando las flores, que estaba desperdiciando su vida. Luego llegó hasta usted un luchador que lo llevó a una gruta subterránea con luchadores como él, babeando borrachos y soñando bajo un falso techo de estrellas. Por último llegó hasta usted un hombre de ciencias y le dijo que el mañana, que el progreso, que el esfuerzo, que el tiempo, que la tecnología, que la esperanza…

Usted sabe que el mundo es cruel, incluso oscuro, que las fauces de la pobreza lo esperan mientras devoran los tobillos de su economía, que la calle no es buen dormitorio, que respirar, residir, comer, leer, beber y morir se pagan, que la vida no es fácil, ocurren injusticias y no hay voces para ellas (usted ya sabe que tienen la lengua bien cercenada). Usted ha oído hablar de unas rejas con gente atrapada al otro lado, de unos violentos hombres de estado, de algún sospechoso sobre que ha ido de mano en mano, ha visto que aún existen los Aquiles de derecho divino y que aún hay aquel al que le quema estar en la piel de otro.

Sinceramente.

Tú sabes que esto se pudre, que todo muere con el tiempo si no se le insufla algo de vida, que, mientras el suelo se derrumbe, tus sueños estarán cada vez más lejos, que a todos nos gustaría mirar a las estrellas sin preocuparnos de estar rozando la muerte con nuestras mejillas pero que esa difícilmente podrá ser nuestra vida. Sabes que has heredado una carga y también que da igual quién la haya dejado caer, que solo importa quiénes la llevarán a sus espaldas. Esto es lo que tú nunca elegiste pero te ves obligado a enfrentar, la vida era un regalo maravilloso que se estropeó de camino, y aunque aún te quede el escaso consuelo de no haber nacido en el peor momento, ni en el peor lugar, deberías saber, si no sabes ya, que no es motivo ni razón para no querer buscar siempre algo mejor. 

Vida, tiempo, circunstancias.

1 comentario:

  1. Mastico estas frases y tienen un delicioso sabor.
    Saludos!

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"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír".
(George Orwell)