Cita

"¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre..., ¡Y también lloro!"
(Bécquer)

sábado, 18 de octubre de 2014

Contraprescripción de amor

«Quién con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti».
Friedrich Nietzsche

«Nunca amamos a nadie: amamos, solo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos».
Fernando Pessoa

«Las almas ruines sólo se dejan conquistar con presentes».
Sócrates

«Cuando se está enamorado, comienza uno por engañarse a sí mismo y acaba por engañar a los demás. Esto es lo que el mundo llama una novela».
Oscar Wilde

«El más irreprochable de los vicios es hacer el mal por necedad».
Charles Baudelaire

«Si esta es vuestra forma de amar, os ruego que me odiéis».
Molière


Es y pudo haber sido, y fue y se fue y no vino ni recordó aunque conservó tu nombre y lo clavó en la piedra, en la tierra, en las flores y en las únicas palabras que dejó y en la única vez que volvió para no volver. Ella, él, aquello, renovado, vivo, nuevo, trepando a un foso, cruzando el río, dejándote atrás, dejándote fuera, estando muy dentro, haciéndote, rehaciéndote, estimando, sobrestimando, desestimando y tomando el timón y navegando y viviendo poco a poco a largos trazos, troceando el cielo en el único abrazo de su existencia. Es el día en que construyes de la tristeza un barquito, lo llamas amor y lo lanzas al mar con cañones, fusiles, espadas, pistolas, ratas, traidores, ladrones, pestes, miserias, lamentos, olvidos, perdones, otoños, inviernos, heladas, tormentas, castigos, iras, venganzas, fiebres, venenos, errores, faltas, causas, juicios, inmundicia, codicia y quizá, alguna buena intención que se acaba perdiendo en el cascarón negro del que te has deshecho para poder vanagloriarte del corazón carnoso y sangrante que tienes en tus manos y llamas tuyo aunque necesites arrancarlo del pecho ajeno.


Esto es querer a alguien y, lo demás, tonterías. Porque debe saber pero no oírlo, debes aguantar aunque no soportarlo, debes cargar con este peso, aunque no lo merezcas, no darle tanta pasión sino ser lo suficientemente apasionado. Hay que tener fuerza pero no mostrarla, hay que tener lágrimas y saber cuándo ocultarlas, tienes que hacer lo que quieras sin poder hacerlo, conocer todos sus rostros y decir que son uno. Que todo es por quién, cómo, cuándo, y dónde, que Cupido es certero y sus venenos hacen que veas su blanco tu blanco y su negro tu negro. Al fin y al cabo tú le has levantado un altar desde el que quitarle la sangre y poder sentirte vivo, amado y amante y lamer el metal del trofeo, la porcelana del jarrón, el cristal de la copa, la carne del esclavo y la esclava con tu nombre de la carne mortecina del cadáver con sus rosas y del cadáver con sus zarzas.


Que lo sublime es hacia abajo, hacia dentro, hacia el pecho, te roba el alma y se da un festín con ella. El amor romántico se perdió o, quizá, incluso, nunca estuvo. Fue un sueño muy largo, un engaño y un dolor para nuestros ojos cerrados. Pudo haber sido, pero no. Fue, se fue y no volvió, dejó palabras, un nombre en la piedra pero, después de tanto, después de poco, después de todo, murió.




Fue...


José Javier Pérez Ros

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír".
(George Orwell)